Un pestañeo, apenas un parpadeo alcanza y sobra para perderse alguna información troncal del escándalo. La trama intrincada, enroscada e inentendible de Wanda Nara y Mauro Icardi late y se reproduce a máxima velocidad con todos los flancos abiertos de esa guerra.
Impulsados por un combustible hipersónico, la historia aceleró a fondo y se sumergió en un terreno fangoso, con la viralización de una cordillera de situaciones, con el pico máximo en la confirmación oficial del noviazgo del delantero del Galatasaray con la China Suárez.
El futbolista sacudió todo al salir al ruedo a confirmación su relación sentimental, esa convivencia que transita con María Eugenia, en las últimas semanas, en la mansión que adquirió en Nordelta, por la módica suma de cinco millones de dólares y que era la casa de los sueños de Wanda.