En una nueva muestra de su ideología reaccionaria, Ramiro Marra, legislador porteño de La Libertad Avanza, ha vuelto a apuntar contra los sectores más vulnerables de la sociedad. Esta vez con su polémica declaración de “la calle no es para dormir”, propuso “levantar” a las personas en situación de calle de los espacios públicos, reduciendo una problemática estructural a una cuestión de “orden”. Sin embargo, este tipo de propuestas no son nuevas en su repertorio político, que históricamente se ha caracterizado por una agenda antipobreza entendida desde la criminalización y no desde soluciones reales.
Marra: consecuentemente anti pobre
Marra, quien ya ha sido criticado por otras iniciativas similares, parece tener como bandera la construcción de un enemigo simbólico en los sectores empobrecidos. En 2023, por ejemplo, propuso retirar los subsidios a las villas y reducir los planes sociales, porque según él “solo fomentan la dependencia“. Ahora, con esta nueva campaña contra quienes duermen en la calle, vuelve a posicionarse como un político que busca atacar los síntomas, pero sin interesarse por las causas estructurales de la pobreza.
La falta de vivienda es una crisis creciente en Buenos Aires. Según el último censo popular realizado por organizaciones sociales, más de 9.000 personas viven en la calle en la Ciudad, mientras que los refugios disponibles son insuficientes y están colapsados. Sin embargo, en lugar de hablar de soluciones como el acceso a la vivienda digna, el fortalecimiento de programas sociales o la creación de empleo, Marra promueve discursos punitivos que invisibilizan la realidad y fomentan la estigmatización.
La política del orden como fetiche
El discurso de Marra y de La Libertad Avanza responde a una lógica de “orden por encima de los derechos”. Bajo la excusa de mantener “la limpieza” de los espacios públicos o garantizar “la seguridad”, estas propuestas promueven políticas que buscan expulsar a las personas de los lugares visibles sin ofrecer alternativas reales. Este enfoque no solo deshumaniza, sino que también invisibiliza la pobreza estructural generada por el mismo sistema capitalista al que Marra defiende.
No es casual que sus declaraciones coincidan con un contexto de profundización del ajuste económico y el desmantelamiento de políticas sociales. Desde el gobierno de Javier Milei, al cual Marra adscribe ideológicamente, se ha promovido un discurso que culpa a las personas empobrecidas de su propia situación. Mientras tanto, se recortan programas esenciales como el Potenciar Trabajo y el acceso a la salud mental, pilares fundamentales para abordar las raíces de la indigencia.
Soluciones reales, no criminalización
La solución a la problemática de las personas en situación de calle no puede basarse en medidas punitivas ni en discursos estigmatizantes, sino en políticas integrales que garanticen derechos fundamentales como la vivienda, la salud, la educación y el trabajo. Buenos Aires necesita que se declare la emergencia habitacional, que se invierta en programas sociales y que se combata la especulación inmobiliaria, utilizando viviendas ociosas para garantizar un techo digno. También es imprescindible reforzar la atención a la salud mental y las estrategias de reinserción laboral, abordando las causas profundas de la exclusión. Frente a los discursos que buscan invisibilizar a los sectores más vulnerables es necesario implementar un modelo económico y social que ponga a las mayorías por encima de las ganancias, y no que perpetúe la lógica excluyente del sistema capitalista.
Ramiro Marra, ¿político o provocador mediático?
Las declaraciones de Marra no son inocentes. Su estilo provocador y su insistencia en atacar a los sectores más vulnerados tienen como objetivo consolidar una base electoral que responda a su discurso autoritario. Sin embargo, más allá de sus frases provocadoras, su falta de propuestas serias lo posiciona como un político que prioriza el show mediático por sobre la construcción de soluciones reales.
La campaña de Marra contra las personas en situación de calle no solo es insensible, sino peligrosa. Al reducir una problemática estructural a una cuestión de orden público, se niega la dignidad de miles de personas que merecen políticas integrales, no medidas represivas.
La agenda del legislador porteño es clara: antipobre y reaccionaria. Disfraza sus propuestas en ‘soluciones’ pero en realidad busca criminalizar la pobreza y eliminar los derechos fundamentales de los más vulnerables. No solo ha atacado a las personas en situación de calle; sino también a los derechos humanos básicos, lo hemos visto llevar adelante propuestas que plantean la venta de espacios de memoria históricos, atacando las leyes de reparación para las víctimas de la dictadura y desmantelando políticas públicas de inclusión social. En un país que necesita urgentes políticas inclusivas, la agenda de Marra no es solo una muestra de cinismo; sino un claro intento de profundizar la exclusión, invisibilizando a los más vulnerables y desmontando décadas de luchas por los derechos humanos.