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La nueva narrativa argentina y la batalla cultural. Lxs escritorxs contra Milei

La nueva narrativa argentina es un fenómeno reciente que ha captado la atención de la crítica y del público internacional. Este movimiento literario se caracteriza por la incorporación de perspectivas de género y la exploración de temas contemporáneos. Este movimiento ha tomado un vuelo considerable en el primer cuarto del siglo XXI sin embargo a poco de nacer comenzó a confrontar con otro fenómeno mundial -y que tiene una particular refracción en nuestro país- que es el de las ultraderechas en ascenso. Y aunque estas son expresión de la década actual, ya habían empezado en la década de 2010 a tallar en el escenario mundial, pero no se trata solo de un fenómeno político: la crisis sistémica de 2008, aún no cerrada definitivamente, trajo consigo cambios también en el arte y la cultura internacional resultado de la confrontación con nuevas ideologías reaccionarias, algunas cuasi medievales, que se expresaron en movimientos literarios algunos de los cuales ya explicamos en los artículos Opinión. La literatura y las ultraderechas en la actualidad (15/12/2024) y en Narrativa migrante y literatura poscolonial. La nueva red mundial (03/11/2024). En esta primera parte abordaremos las características más generales del grupo y su implicancia y luego las características de la guerra sin cuartel entre los liberfachos y lxs escritorxs.

Aquí están estos son…

Este año arrancó con la noticia de que Guillermo Saccomano se había hecho acreedor del premio Alfaguara 2025 (y nada menos que €145.000). El escritor argentino, pieza clave de la narrativa actual, actualizó lo que ya se viene comentando en el mundo acerca de literatura argentina contemporánea. Para los críticos literarios, como lo señalan en el diario El País de España, “estamos asistiendo a una nueva época en la escritura nacional con verdadera proyección en el exterior”. El premio Sor Juana Inés de la Cruz de México otorgado en 2024 a Gabriela Cabezón Cámara la autora de “Las aventuras de la China iron” y otras obras, con una evidente y fuerte perspectiva de género, fue otro hito que colocó las letras argentinas en el máximo nivel internacional. En el exterior y en especial en Europa dos escritoras argentinas hacen “roncha”: Mariana Enríquez, que recientemente ganó varios premios, y Samanta Schweblin ambas cultoras del género de terror -más la primera que la segunda-. Esta última publicó su nuevo libro El buen mal que ha recibido elogios de la crítica mundial. La lista es larga, todos los escritores de esta serie son nacidos a finales de los años 70 y los 80. En un sentido son una generación de escritores “post-dictadura” y reflejan algo del horror de esos años como Luciano Lamberti en su novela “Para hechizar cazadores” ganadora del premio Clarín de novela 2023.

Guillermo Saccomano

Podríamos conformar esta lista con la siguiente nómina de escritoras y escritores: Mariana Enríquez, Samanta Schweblin, Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, María Gainza , Dolores Reyes, Alejandra Bazterrica, Ariana Harwicz y Leila Guerriero entre las escritoras y Marcelo Figueras, Martín Rejtman, Francisco Bitar, Martín Kohan, Guillermo Saccomanno, Hernán Casciari, Leopoldo Brizuela, Pedro Mairal, Hernán Ronsino, Luciano Lamberti, Sergio Bizzio y Federico Falco entre los escritores. Sin embargo esta lista podría ampliarse ya que no estaría contemplada la escritora trans Camila Sosa Villada. Tanto Saccomano como Mairal son escritores de una generación intermedia, especialmente el primero.

Martín Kohan

Los géneros literarios que abordan son muy diversos. Desde terror, horror y misterio pasando por policial, autoficción, realismo, testimonial, etc. Algunos son verdaderos testimonios de las últimas décadas de la historia argentina como el caso de Confesión de Martín Kohan o el citado anteriormente de Lamberti o Nuestra parte de la noche de Mariana Enríquez que aun siendo de terror está emparentado con la triste y horrorosa realidad de la dictadura. Otros son textos de disidencias sexuales como los de Sosa Villada, Cabezón Cámara y Reyes.

La gran variedad temática de estos autores no deja, sin embargo, escapar el testimonio de una realidad y contemporaneidad atravesada por terribles acontecimientos y sobre todo la pintura de una época y una sociedad capitalista decadente, lo expresen políticamente o no. La ideología transversal a todos estos escritores es sin duda la crítica a la realidad, la crítica sistémica, la contracultura, de un modo o de otro, con estilos o con formas distintas. Con técnicas narrativas usuales o inusuales pero todos trasuntan una radiografía tenaz de este tiempo.

Ser (Ficción) o No Ser (Ficción), esa es la cuestión

Sobre la conveniencia de la ficción y sus usos habituales, sobre su campo abarcativo y su necesidad en tanto arte y parte de la cultura ya hablaron suficientemente Borges y Macedonio Fernandez. La “función” literaria fue desmitificada por Gombrowicz y más recientemente por Mariana Enríquez. No hay tal cosa de que la literatura debe ser instrumento de acciones políticas o de agitación de consignas. Esa literatura rebajada al estatus de panfleto solo sirve para satisfacer las necesidades culturales de una vanguardia porque “dice” lo que estas quieren escuchar. Por el contrario, la auténtica literatura en tanto arte es la expresión de los sentimientos, emociones y sueños de quienes la construyen. No hay en el realismo más extremo otra cosa que una constatación de la realidad, casi una visión de la realidad entendida como la entendían los epistemólogos hace siglos: una copia de la realidad, un espejo, tan solo un reflejo sin estética. La ficción elude este avatar y se posiciona como la maravilla del espíritu haciendo que lo real parezca vulgar y lo fantástico parezca real, tal la paradoja maravillosa de Tlön, uqbar, orbis tertius o La biblioteca de Babel de Borges. Cortazar no propuso explicar la actualidad: la metabolizó.

Llevarnos a nuestra infancia, recordarnos las cosas bellas o mostrarnos el horror de un tiempo a través de la ficción ¿cuál otra es la “función” literaria? En la Nueva Narrativa Argentina el límite entre la ficción y la realidad está difuso y ese es quizás su gran mérito.

Macedonio Fernández

Lo llamativo de estos referentes  de esta corriente actual es que lo que los diferencia, lo que los diversifica no es el contenido ideológico (sea cual sea la definición “partidaria”) sino las formas y estilos. Si hubiera una polémica o un debate dentro de este movimiento este sería cuál es el estilo o construcción formal que mejor se ajusta o expresa esos contenidos ideológicos. Pero es importante saber que esos contenidos no son en modo alguno visiones cerradas ni absolutismos ni totalitarismos doctrinarios o fundamentalismos de ninguna especie. En todos transitan de un manera más o menos evidente las cuestiones o perspectivas de género, la pobreza, la alienación urbana, las contradicciones de la vida cotidiana en una metrópoli o en una sociedad industrializada pero que se desindustrializa a paso agigantado, por ende el fenómeno de la desocupación también cabe, los problemas de la separación de las parejas y las familias ensambladas, los fenómenos políticos vistos desde un dron de un “ocasional” observador, los males que azotan a la marginalidad social: la droga, la prostitución, la pedofilia, etc. También hay enfrentamientos abiertos o velados a la Iglesia o a las iglesias y definiciones no siempre coincidentes de que es o no es el progreso humano. Las cuestiones del lenguaje se exponen en las obras de estos autores como rasgos característicos de la argentinidad. No bajan al lenguaje chabacano al estilo de Fogwill o de Laiseca -que eran conspicuos representantes de la contracultura argentina de los 80 y 90- sino que lo hacen de un modo más simbólico, más sutil pero las imágenes no siempre son coincidentes con estas sutilezas ; a veces son desgarradoras o violentas, otras veces horrorosas y dolorosas (como en Chico Sucio de Mariana Enríquez).

Lo cierto es que podemos decir algo categórico de estos escritores: están insertos en el sistema pero actúan dentro de él como un “cuerpo extraño”, un organismo que no se puede evitar, que ha surgido, que ha escapado de las garras del establishment en las que quedaron atrapados los representantes de la literatura de best-seller y que son base de la filmografía de éxito de los últimos tiempos como Eduardo Sacheri o Claudia Piñeiro. Y aunque han llevado al cine Distancia de rescate de Samanta Schweblin esta no tuvo el éxito hollywoodense de El secreto de sus ojos o Metegol y Las viudas de los jueves, Elena Sabe o la serie El reino.

Eduardo Sacheri

¿Contracultura o negocio editorial?

Pero no todas son rosas en el mundo de la nueva narrativa argentina. Como pasó con el bebop después de Charlie Parker, con el beatnik después de Jack Kerouac y Los beatles o el rock nacional después de Los beatniks, Manal y Los gatos, el negocio discográfico en aquellos o el negocio editorial siempre está detrás. Como en cualquier otro orden detrás de todo gran movimiento social o cultural está la mano del capitalismo acechando por convertir en comercial lo popular, en rédito y ganancia todo lo espontáneo y en industria todo lo underground.  Los libros de Cabezón Cámara tienen buen perfil de ventas. Los de Enríquez y Schweblin son muy cotizados en Europa y América Latina. Están traducidas a múltiples idiomas y no hay dudas de que ellas hoy son celebridades en el ámbito cultural.

Jack Kerouac

En la medida en que esto sucede las presiones editoriales son cada vez mayores y las empresas que hoy lideran este mercado establecen cánones y parámetros de “que es lo vendible”, “que es lo que se debe vender y que no” y entonces la libertad creativa y la autenticidad de la obra es amenazada. No es el caso de algunos como Saccomano que tiene buenas ventas y ganó un premio considerable pero al ser una personalidad muy definida en el universo de las letras ya no necesita del apoyo de los grupos editoriales. Ni el de Martín Kohan que teniendo un fuerte perfil político no aceptará condicionamientos de ningún tipo. Pero hoy la presión editorial sobre este conjunto de escritorxs es cada vez mayor. No obstante, las brutales ataques de Milei y su gobierno a la cultura y a los autores ha hecho que estos se abroquelen y se corporice un agrupamiento natural que se hizo visible en la reacción a la censura que quiso instalar la vicepresidenta Villarruel con el libro Cometierra de Dolores Reyes.

La contracultura no es un camino lineal ni mucho menos es un escenario de intensas batallas entre las tendencias sociales que se expresan de una lado de la mecha y las tendencias comerciales del otro y en ese caso a ellas se suman la censura y la represión como expresión política solidaria con los intereses comerciales capitalistas, el patriarcado y la ultra derecha fascistoide machista, homolesbotrasnfobica y xenofóbica. Como dice el título de la célebre canción de Lennon y Mccartney All together now.

La nueva narrativa llegó para quedarse. En la próxima parte veremos cómo se libra la batalla cultural entre los escritores de la vanguardia actual y el gobierno liberfacho de Milei.

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