El sol aún no asoma, pero en la cocina del Comedor “Amigos del Padre Pepe”, en la calle Luna 1913 de esta Ciudad, ya resuena el trajín de ollas y cucharones. Son las cinco de la mañana en la Villa 21-24 de Barracas y el grupo de vecinos voluntarios se divide las tareas: algunos pican verduras, otros encienden los fuegos y manos expertas calculan las porciones.
No se trata sólo de preparar un almuerzo solidario; es la primera de las muchas comidas del día que garantizarán la alimentación de más de 1000 personas que acuden diariamente con condiciones de salud específicas, como hipertensión, diabetes y celiaquía.
Este ritual, repetido incansablemente desde hace 25 años, es sólo una de las tantas caras de la Misión Padre Pepe, una organización comunitaria que ha hecho de la inclusión su bandera.
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La Villa 21-24, la más grande de la Ciudad de Buenos Aires, ocupa una superficie de 658.400 m² y alberga a más de 100.000 personas, muchas de ellas de origen paraguayo. Entre pasillos angostos y casas de material y chapa, la vida late con fuerza, pero también con desafíos.
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Fue en medio de una de las peores crisis económicas del país, en el año 1997, cuando el padre José «Pepe» Di Paola comenzó su trabajo pastoral en la parroquia de Caacupé. En paralelo, un grupo de vecinas y vecinos cocinaba bajo la sombra de un ombú, con el único objetivo de compartir un plato caliente, con su comunidad que estaba quebrada en tiempos de mucha carencia y necesidad.
En este camino la Misión, que adoptó el nombre del párroco por su ejemplo de entrega y solidaridad y lo nombró “presidente honorario”en el 2010, ha crecido en estructura y alcance, siempre con la misma premisa clara: la comunidad organizada como motor del cambio y abrazar a la vida como viene.
El derecho a la alimentación y la salud es una de las prioridades de la Misión, ya que fue su primera actividad en los inicios de los años 2000. Actualmente cuenta con tres comedores activos; «Cristo de los Villeros«, «Padre Pepe Latinoamericano» y «Amigos de Padre Pepe«; que garantizan una dieta completa a más de 3000 personas cada día y un trabajo en red en otras villas articulando acciones junto a los curas villeros.
Especialmente significativo es el Comedor Saludable “Amigos de Padre Pepe», que desde 2009 ofrece dietas adaptadas para quienes padecen enfermedades crónicas y necesitan alimentación especial, como la celiaquía, diabetes, hipertensión, entre otras afecciones muy frecuentes sobre todo en adultos mayores.
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Pero la inclusión no se detiene en la mesa. La educación es otro de los pilares. Julián Eyzaguirre, abogado, integrante de la Misión Padre Pepe, institución fundamental de la Misión El Centro de Primera Infancia (CPI) «Padre Pepe» recibe a más de 250 niños de entre 45 días y 3 años cada año, brindándoles una jornada completa con un equipo docente formado por vecinas que estudian el profesorado de Educación Inicial.
Además, es sede de los programas de alfabetización para adultos han permitido que más de 2000 personas aprendan a leer y escribir en los últimos años y obtener su título a través de PAEByT (Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo).
Más allá de la asistencia directa, la Misión Padre Pepe también trabaja en la generación de conocimiento y políticas de inclusión. En septiembre de 2021 se implementaron capacitaciones en “Servicios de cuidado brindados a personas mayores y/o discapacidad”, a través de una donación de la ONU y en el 2022, Misión Padre Pepe auspició junto a L.I.D.A. la diplomatura en “Promoción de los Derechos Sociales con perspectiva de Género” a través de la Secretaría de extensión de la UNMDP (Universidad Nacional de Mar del Plata).
En noviembre de 2024, presentó en la Legislatura de la CABA el “Observatorio Social por la Inclusión” en cuyo marco se realizó una primera encuesta sociocomunitaria para relevar las condiciones de vida en la villa.
Este estudio, que entrevistó a 640 personas, arrojó datos clave sobre la realidad de la comunidad: el 76% de los encuestados depende exclusivamente de la cobertura pública de salud, y el 23% padece alguna enfermedad crónica. Además, el 86% de quienes necesitan medicamentos específicos los obtienen de forma gratuita a través de establecimientos públicos, aunque el 72% de quienes enfrentan obstáculos para acceder a ellos mencionan dificultades económicas.
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Según la encuesta del Observatorio, el 58% de las personas con padecimientos de salud requiere una dieta específica, pero el 42% no puede cumplirla debido a limitaciones económicas. Aquí es donde la Misión interviene, asegurando que nadie quede fuera de la posibilidad de alimentarse adecuadamente.
Este Observatorio, alineado con la doctrina social de la Iglesia y las enseñanzas del Papa Francisco en Fratelli Tutti, busca ser una herramienta de transformación a través del conocimiento y la acción comunitaria.
Los datos recopilados no sólo visibilizan las necesidades de la villa, sino que también sirven como base para diseñar políticas públicas más efectivas y programas de asistencia más focalizados.
Otro de los pilares del trabajo de la Misión es el Grupo de Jóvenes que desde el 2018 vienen desarrollando la red “Jóvenes líderes y solidarios”, trabajando con el Equipo de Situación de Calle, que realiza abordajes semanales para atender la necesidad alimentaria de vecinas y vecinos que viven en los pasillos de la villa; y también en el área formativa, a través del Taller Orientarte (a partir de 2022) que es un espacio que acompaña a adolescentes en la exploración vocacional y el desarrollo de herramientas para su futuro.
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Un grupo de estos jóvenes ha dado un paso más allá y hoy cursan carreras en distintas universidades del conurbano y también en la Universidad del Sur de Buenos Aires, donde 12 jóvenes comenzaron sus estudios en la Licenciatura en Comunicación, a través de becas (100%) otorgados por el rectorado de la USBA y Editorial Perfil.
En un mundo que muchas veces margina, esta comunidad organizada demuestra cada día que la inclusión no es una utopía, sino una construcción constante. Y mientras el sol sigue su ascenso sobre la Villa 21-24, esas manos que empezaron a trabajar de madrugada ya están pensando en la comida de mañana, despidiendo a las infancias que volverán al día siguiente a sus aulas, a los jóvenes que se acompañan para entregar un trabajo de la facultad.
Porque en la Misión, abrazar la vida como viene es más que un lema: es un compromiso de todos los días.
Contacto de Misión Padre Pepe:
[email protected]
https://www.instagram.com/misionpadrepepebarracas
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