Mirtha Legrand volvió a encender la mesa televisiva con una declaración que ya está dando que hablar. En un momento de tensión pura, la diva lanzó una frase lapidaria: “Ser mala persona es dejar un país empobrecido como lo dejó”, remarcando que eso, a su juicio, sí representa maldad verdadera.
La frase surgió en respuesta a la acusación previa de Cristina Kirchner, quien la había llamado “mala persona”. Mirtha no se quedó callada: “Usted no tiene derecho a decirme eso. Mala persona es otra cosa, señora”, expresó con firmeza, en un momento tenso pero lleno de contundencia
Sin anestesia, la conductora profundizó su ataque: “Mala persona es dejar el país empobrecido, con gente que ha robado por todos lados… no les alcanzaban las manos para robar”. Sus palabras resonaron en el estudio, con esa cadencia afilada que la caracteriza y generaron un silencio pesado entre los invitados.
Visiblemente dolida, Mirtha reclamó justicia moral: “Me gustaría que me pida disculpas… tengo muchos defectos, pero mala persona no lo soy, ni lo seré jamás”, finalizó, antes de advertir a los kirchneristas: “No cambiaré. Que no salgan todos los kirchneristas a hacerme daño, porque si me hacen daño no me voy a callar”.
Este episodio se suma a décadas de cruces mediáticos. Pero lo que diferencia este episodio es la contundencia y actualidad de la frase. En pleno 2025, con la política más caliente que nunca, la condena de Cristina y los mensajes de los famosos, la Chiqui activó un nuevo round de debate.
Las reacciones no se hicieron esperar: en redes, la frase se viralizó como pólvora. Los argentinos se dividieron entre quienes aplaudieron la valentía de Mirtha y quienes la cuestionaron por moralizar desde el living frente a la historia política reciente del país.
Su estilo frontal le permite mantenerse relevante y marcar territorio en un terreno dominado por la grieta política. Además, con esta frase, Mirtha volvió a demostrar por qué sigue siendo la reina indiscutida de los almuerzos televisivos: no teme sacar a relucir temas que generan incomodidad, ni poner su verdad frente al poder político.