Tras conocerse la caída de la inflación minorista al 1,5% y una deflación del 0,3% en precios mayoristas, el economista Alejandro Barros, en diálogo con Canal E explicó por qué estos datos reflejan un reacomodamiento y no un proceso consolidado.
«No es bueno que empiece a haber deflación, porque la inflación negativa es destrucción de valor”, mencionó el entrevistado. Según explicó, se trata de un “acomodamiento temporal” que podría anticipar una inflación minorista cercana al 0% en los próximos meses.
Sin embargo, aclaró que la estructura de precios en Argentina es compleja por su alta dolarización: “El 50% de la economía se transa en moneda extranjera”, y eso dificulta capturar con precisión la inflación real solo con indicadores en pesos.
Importaciones y baja de costos
Respecto a la caída del 4,1% en productos importados, señaló: “La entrada masiva de importados tiende a bajar los precios porque llegan con valores de costos mucho más bajos”. Este fenómeno presiona a la industria nacional a mejorar su competitividad.
“Las empresas tienen que trabajar en la baja de los costos propios”, subrayó, y recordó que las reformas propuestas por el Gobierno buscan justamente reducir la carga impositiva a nivel local, provincial y municipal.
Expectativas para la inflación futura
Barros proyectó una desaceleración sostenida: “Es muy probable que lleguemos a niveles del minorista del 1 o menos de 1 en los próximos dos meses”, anticipó. La inflación mayorista, explicó, actúa como “indicador adelantado”, y su caída augura números similares en el IPC a corto plazo.
Efecto estacional y dólar estable
Consultado sobre los meses de junio y julio, dijo que son estacionalmente inflacionarios por los aguinaldos: “Eso va a empujar a que no haya una caída fuerte de precios”, reconoció. Aun así, no se espera un rebrote significativo.
Sobre el tipo de cambio, consideró sostenible la estrategia oficial de mantenerlo entre $1.000 y $1.400: “Tenemos una circulación de pesos muy baja y más dólares en oferta que pesos”, sostuvo. Aunque aclaró que “el Gobierno hace una pequeña omisión todos los meses, porque no puede prescindir de la necesidad de pesos”.
El rol del crédito y el desafío del cepo
El economista planteó que Argentina podría funcionar sin cepo, “pero hay que generar valor agregado”. Según explicó, sin cadenas productivas activas que impulsen empleo y consumo interno, la economía no podrá liberarse totalmente del control cambiario.
“El crédito es fundamental para expandir la capacidad productiva”, enfatizó, y agregó: “Estamos financiados solo en un 10% del PBI por el sector crediticio, cuando en el mundo el promedio es de 70-80%”. Esa falta de financiamiento impide a las empresas invertir en tecnología y aumentar su productividad.
De dólares colchón a inversión productiva
Uno de los pilares del plan oficial es atraer los llamados “dólares colchón” del sector privado. Pero Barros advirtió: “El ahorro debería estar enfocado a la inversión, no al consumo”.
Para ilustrar su punto, comparó con el modelo chino: “En China los ahorros se transforman en inversión, no en gasto. Así lograron tener más millonarios e industrias que nadie”. En ese sentido, sostuvo que fomentar consumo sin una base productiva fuerte es solo una “fantasía de exuberancia electoral”.
La caída de la inflación es una buena señal, pero no resuelve el problema estructural de la economía argentina. Sin crédito, inversión y valor agregado, el país podría estabilizarse sin crecer. “Tenemos que ir a la inversión, y eso nos va a permitir expandir el consumo al infinito”, concluyó.