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El NY Times reconoció que participó de una operación mediática contra Israel

El daño ya está hecho. La imagen del pequeño Mohammed Zakaria al-Mutawaq, un niño visiblemente demacrado, ocupó la portada del New York Times  como prueba visual de una supuesta hambruna generalizada en Gaza, alimentando la narrativa de que Israel estaría provocando deliberadamente una catástrofe humanitaria.

Medios internacionales como la BBC, CNN y Daily Express replicaron el relato  con la misma foto, sin molestarse en verificar la historia detrás del rostro.

Ahora, con discreción y sin bombos ni platillos, el New York Times admitió que el niño padecía de parálisis cerebral y otras enfermedades genéticas que afectan su apariencia.

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Lo supieron, según el propio diario, gracias a que el Consulado General de Israel en Nueva York les informó —junto con evidencia médica— que el caso estaba siendo manipulado por Hamas como parte de su guerra propagandística.

Y como si eso no bastara, la corrección ni siquiera se publicó desde la cuenta principal del periódico, que tiene más de 50 millones de seguidores. En su lugar, se utilizó una cuenta secundaria de la sección de Prensa, con apenas 89 mil seguidores. Una gota en el océano digital.

El Cónsul General de Israel en Nueva York, Ofir Akunis, fue claro y certero:
«Es lamentable que los medios internacionales caigan una y otra vez en la propaganda de Hamas. Primero publican, después —si acaso— verifican.»

Ninguno de estos medios se tomó el tiempo de investigar la historia de Mutawaq.

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Bastó una imagen desgarradora y una narrativa preestablecida: Israel malo, Gaza víctima. La verdad, compleja y muchas veces incómoda, quedó relegada.

Que Hamas explote imágenes de niños enfermos para difundir su mensaje no sorprende. Lo ha hecho durante años: escudos humanos, escuelas convertidas en arsenales, ambulancias que transportan cohetes.

Lo que sí debería sorprender —e indignar— es que grandes medios occidentales sigan prestándose a ese juego, actuando como megáfonos de una organización terrorista.

El Estado de Israel difundió una segunda imagen de Mutawaq junto a su madre y su hermano, evidenciando que su condición física no es producto de hambre sino de enfermedades crónicas.

Aun así, esta aclaración tuvo poco eco. Como ocurre tan a menudo, la desinformación viral se propaga a toda velocidad, mientras que la verdad —cuando logra salir— apenas se arrastra.

El caso Mutawaq no es un error menor ni un simple desliz editorial. Es un síntoma de una tendencia más amplia: la predisposición de gran parte de la prensa internacional a aceptar cualquier acusación contra Israel sin el más mínimo escepticismo.

Esta vez fue un niño con parálisis cerebral. Mañana será otra imagen manipulada, otro titular inflado, otra mentira compartida millones de veces.

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