Entre fines de los ’90 y principios del nuevo milenio, Lindsay Lohan se convirtió en la actriz preferida de millones de adolescentes, y parecía que nada podía arruinar su reinado. Con tan sólo 11 años, interpretó a Annie James y Hallie Parker en Juego de gemelas y se ganó el corazón del público, y de los productores, que no paraban de llamarla. En los años siguientes, por lo tanto, rodó un filme tras otro.
A inicios de los 2000, protagonizó éxitos como Herbie a toda marcha, Un viernes de locos y la icónica Chicas pesadas, película que se transformó en un verdadero fenómeno cultural. Pero en medio de toda la gloria, las presiones de la industria del entretenimiento le jugaron una mala pasada.
De a poco, Lindsay pasó de niña dorada de Disney a ser la figura más escandalosa de los portales, protagonizando una polémica mediática tras otra. Así, su nombre empezó a relacionarse con adicciones, problemas con la ley, arrestos por conducir bajo los efectos del alcohol y largas estadías en rehabilitación.
Así, con el tiempo, su imagen de joven prodigio quedó directamente relacionada al caos, y su carrera empezó a desmoronarse. Ya no tenía más proyectos ni propuestas, y los únicos interesados en ella eran los paparazzi, quienes la seguían a todos lados esperando que dé otro paso en falso que pudiera convertirse en noticia. Todo esto culminó con Lohan desapareciendo de la gran pantalla durante años.
Años en el anonimato y un regreso triunfal
Lejos de quedarse en las sombras de la desgracia como otras estrellas adolescentes de su generación, Lindsay decidió darse una segunda oportunidad para poder reconstruir sus partes rotas y renacer dentro de la industria, esta vez con otras formas y cuidados.
Para empezar con su proceso de reconstrucción, en 2014 se mudó a Dubai, para vivir una vida lejos de los paparazzi. Resulta que, según contó Lohan en varias entrevistas, allí es ilegal que los fotógrafos te retraten sin tu consentimiento, por lo que es el tubo de escape ideal para las mega estrellas que buscan empezar de cero.
«Está muy lejos de Hollywood. Y vivo una vida muy normal. No me preocupa ir a comer a un lugar y pensar que alguien le pueda sacar una foto a mi hijo. Simplemente me siento muy segura», comentó Lohan en charla con Live With Kelly and Mark recientemente.
Y es que en su nueva realidad, Lohan no sólo encontró paz mental alejada de los flashes, sino que también se enamoró. En 2022 se casó con Bader Shammas, un empresario que conoció viviendo en Dubai. En el mismo año de su compromiso, Lindsay hizo su regreso oficial a la actuación con Navidad de golpe, una comedia romántica de Netflix.
Un año después, le dio la bienvenida a su primer hijo, pero eso no detuvo sus ganas de volver a trabajar de lo que más ama. En 2024 protagonizó dos películas más para Netflix: nuestro secretito y Un deseo irlandés. Además, hizo una aparición especial en la versión musical de Chicas pesadas.
Desde hace unos días, los fans de Lohan finalmente volvieron a verla triunfar en la pantalla grande para Otro viernes de locos, la anticipada secuela de Un viernes de locos, la película que la actriz protagonizó en 2003 junto a Jamie Lee Curtis.
Pero después de toda la rueda de presa y las diferentes avan-premieres a las que tuvo que asistir, Lindsay aclaró que volverá a su casa en Dubai.
«No quiero que mi familia sea perseguida por paparazzi como yo lo fui. Fueron momentos terroríficos de mi vida. De hecho tengo estrés postraumático por esas cosas», explicó en una entrevista con The Times.
Años después del calvario mediático que atravesó, finalmente Lohan pudo encontrar el equilibrio entre su privacidad, su familia y su amor por la actuación. Por eso se espera que éste sea sólo el inicio de una nueva y exitosa etapa de su vida profesional.