El trabajo en Uruguay atraviesa una etapa crítica. Sin embargo, el gobierno frenteamplista, lejos de contribuir a revertir esta realidad, toma medidas que profundizan la crisis.
Este martes 12 de agosto, bajo la careta de “el pueblo primero”, los sindicatos secuestrarán el país con su clásico mecanismo extorsivo: paro general parcial. Cierran ministerios, hospitales, escuelas y servicios básicos, exigiendo más plata del Estado y afectando a quienes intentan impulsar el crecimiento del país.
Pero como si esto fuera poco, el Parlamento aprobó recientemente el proyecto de ley “Uruguay Impulsa: trabajo y capacitación”, una reedición de los Jornales Solidarios que incrementa la remuneración y apuesta por empleos temporales financiados con un mayor volumen de fondos públicos.
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Parálisis y gasto público: la alianza que frena a Uruguay
La combinación de paros sindicales que paralizan la economía y leyes que aumentan el gasto público sin atacar las causas del desempleo es un cóctel peligroso para el futuro del país.
Por un lado, los monopolios laborales imponen salarios desconectados de la realidad económica, generando desempleo e inflación. Su negocio es la extorsión, ahora reforzada por un aliado histórico que los sostiene desde el gobierno.
| Redacción
El Frente Amplio sostiene que la sindicalización es un «derecho humano fundamental», promoviendo su integración en ámbitos como la defensa nacional y el desarrollo industrial.
¿Uruguay Impulsa? Se crearán 5.500 puestos de trabajo temporales de cuatro meses, con $19.700 nominales, cobertura médica por ASSE y cómputo jubilatorio. Una evolución del Programa Oportunidad Laboral de la pandemia, coordinado por varios organismos estatales.
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Más gasto que soluciones reales
La intervención directa del Estado en empleos temporales implica una imposición fiscal que obliga a todos a sostener puestos que no genera el sector privado. Esto distorsiona el mercado laboral, desincentiva la inversión y genera empleo provisorio sin valor productivo real.
En suma, el programa aumenta la presión fiscal y estanca el mercado laboral, reduciendo las oportunidades genuinas. La redistribución forzada de recursos genera dependencia y debilita la responsabilidad individual.
Mientras el narcotráfico y la inseguridad se expanden en Uruguay como un cáncer, el Frente Amplio asumió sin Plan Nacional de Seguridad ni Estrategia Nacional de Drogas.
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El ministro del Interior, Carlos Negro, y el presidente de la Junta Nacional de Drogas, Jorge Díaz, convocan mesas de diálogo en lugar de presentar planes. Negro postergó el Plan Nacional de Seguridad Pública para 2026 y Díaz la Estrategia Nacional de Drogas para fines de 2025.
Negro llegó a decir que “la lucha contra el narcotráfico está perdida” y que había que controlar mercados en lugar de combatirlos.
En las Bases Programáticas del Frente Amplio se prioriza la “transformación cultural” y la convivencia pacífica como herramienta contra el delito, mientras la inseguridad crece y el narcoestado avanza.