El término disruptivo no estaba de moda como ahora cuando La Fura dels Baus presentó su primera obra conceptual, allá por 1979, con el inicio de la democracia en España. Tampoco se hablaba de teatro inmersivo en ninguna conversación referida al arte escénico. La Fura trajo una innovación al teatro, convirtiéndolo en espectáculo y rompiendo mucho más que la cuarta pared, integrando, mal que le pese a unos, al público en sus puestas, aunque no de una manera enteramente integral.
En el mismo sentido, pero sin el hilo narrativo, abrevó La organización negra, formada por alumnos de la ENAD que también con la llegada de la democracia, pero en la Argentina, por 1984, comienzan a realizar un Teatro de guerrilla, performances en la vía pública, que incluirían muchos elementos de La Fura catalana. “La Negra” se dividiría luego en cuatro grupos, de los cuales seguro que les suenan De la guarda y Fuerza bruta.
Una reinterpretación de «Hamlet»
Todo esto es como una puesta en contexto, para quienes nunca se cruzaron con los “fureros”, que ahora decidieron estrenar mundialmente SONS Ser o no ser en Buenos Aires, con todos intérpretes argentinos, una ¿reinterpretación? del Hamlet de William Shakespeare en la Sala Sinpiso… Allí donde suele presentarse Fuerza bruta.
Porque claro que está el famoso monólogo, pero también hay un fragmento de La vida es sueño, de Calderón de la Barca, y canciones y ritmos modernos. ¿Es, lo que hace La Fura, un teatro posmoderno?
Para quienes vieron otros espectáculos de La Fura, o los de Diqui James, lo que se presenta ahora deja gusto a poco, a ya visto, y para algunos hasta a viejo.
Potencia que se pierde o diluye
¿No es un poco rancio y ya muy usado el supuesto diálogo espontáneo de un jefe de sala o director con el técnico de las luces? La escena en la que Hamlet pide agua, agua, agua, y jugará o se moverá o utilicen el verbo que prefieran, con muchos, muchísimos bidones de agua atados como si fueran racimos, ¿no pierde potencia al ser tan extensa y no ofrecer nada más que la primera sorpresa?
Claramente SONS no es Hamlet como lo entenderían millones de lectores. El espectáculo comienza con cuatro ataúdes en el piso, donde están los espectadores, que se iluminan desde adentro y empiezan a recorrer la sala. De allí saldrán ¿zombies?, porque claro, estamos en el cementerio y el príncipe Hamlet escuchará de boca de su padre asesinado la verdad, o parte de ella. La “construcción” del fantasma del padre, con varios intérpretes agrupados, es una imagen intensa, poderosa, difícil de olvidar.
No todo lo que se ve sucede en la sala Sinpiso. Igual, no vamos a spoilear nada.
Lo mejor del espectáculo
Lo mejor, además de la figura del Rey Hamlet, son los vuelos de las cuatro intérpretes, con sus arneses, o cuando ellas son previamente cubiertas con filme, una Ofelia cubierta de bolsas que se eleva, porque el cubo de agua ya lo vimos mucho, y la escena de los muertos cubiertos de barro, que se salen de una carretilla y se deslizan por la tarima que comunica el escenario -que aquí sí existe- con el piso de la sala, se prolonga demasiado.
Los recursos de impacto, con el teatro aéreo, el agua más las proyecciones de video sentido envolvente y en supuestos 360°ya no son patrimonio exclusivo de nadie. Los intérpretes se parten el lomo en el espectáculo. Compartir el espacio escénico tiene sus pros y sus contras, pero el ingenio y las figuras que, por ejemplo, creó Fuerza bruta en Aven, su último espectáculo en la Sala Sinpiso le pasa el trapo a este Hamlet que será atractivo para quienes llegan por primera vez al teatro inmersivo.
«SONS Ser o no ser»
Buena
La Fura dels Baus. Director artístico: Carlus Padrissa. Producción general: Carla Juliano. En: Sala Sinpiso, GEBA, Julio Argentino Noble 4100. Funciones: de jueves a sábado, a las 21; domingo, a las 20. Hasta el 30 de marzo. Duración: Entre 65’ y 70’. Entrada general: de $28.000 a $35.000, dependiendo los días.