“Cuando ella dice que es A, te puede gustar o no, pero es A”. Con esa frase, en el entorno más cercano a Cristina Kirchner ratificaron que mantiene en pie su idea de postularse como candidata a diputada provincial en las elecciones convocadas por el gobernador Axel Kicillof para el 7 de septiembre. Se trata, en rigor, de un compromiso que la expresidenta asumió ante intendentes que siguen reconociendo su liderazgo.
Para el kirchnerismo, que Cristina haya anticipado que se postulará en la Tercera Sección Electoral -la más populosa del conurbano- no obedeció a una mera amenaza de guerra interna, el punto más álgido de la pelea con Kicillof, sino a una estrategia político-electoral más amplia: hacerse fuerte “donde tiene los votos” y encabezar el ansiado fortalecimiento del PJ para llegar “mejor armados” a las elecciones de octubre.
“Nosotros no queríamos las elecciones desdobladas, pero dado el escenario al que Cristina accedió por la unidad del campo popular, vamos a necesitar una victoria contundente en septiembre para ir mejor armados a octubre”, razonó ante LA NACION una fuente del Instituto Patria, donde la expresidenta sigue teniendo su base política, pese a que es la jefa del PJ nacional y cuenta con la sede histórica de la calle Matheu.
Para la expresidenta y sus partidarios, tal como quedó establecido el calendario electoral en la provincia de Buenos Aires, los comicios bonaerenses y los nacionales “quedaron muy pegados”, con lo cual el peronismo debe darse una estrategia conjunta entre quienes serán candidatos en el primer turno -el 7 de septiembre- y en el segundo -el 26 de octubre-. “Serán campañas cortas, pero complementarias”, proyectan en el kirchnerismo.
Antes, habrá un período más delicado para el peronismo, que será la negociación por las candidaturas. En los distintos campamentos del PJ imaginan un “cierre largo” de las listas -recién el 9 de agosto será el día D en la Provincia- y conversaciones entre dirigentes que representen a los tres sectores más relevantes: el kirchnerismo, el massismo y el flamante axelismo. Ya se sabe que Kicillof se ganó un lugar a fuerza de reclutar intendentes enojados con La Cámpora.
El tendido de esas mesas de negociaciones, que pueden replicar a las que ya reunieron a Kicillof, Máximo Kirchner y Sergio Massa, requiere de un gesto previo de concordia entre las partes. Tanto es así, que la expresidenta aguarda una señal positiva del gobernador: que tome el celular y la llame para reunirse cara a cara. “Los gestos se devuelven”, deslizan en el Patria y aseguran que “su teléfono está abierto para todos los compañeros y compañeras”.
De hecho, lo ejemplifican con un encuentro reciente de Cristina Kirchner con Eduardo “Bali” Bucca, un senador provincial oriundo de Bolívar que supo transitar senderos contrapuestos a los del kirchnerismo. Pero ahora, el propio Bucca comentó que dialogó con la jefa del PJ sobre “la necesidad de construir un frente cada vez más amplio para defender la Argentina”. Habrá que ver cuánta amplitud está dispuesta a conceder la lapicera de la expresidenta.
En ese escenario, en el entorno de Cristina Kirchner insisten en dirigir los esfuerzos en la oposición a Javier Milei. “Creemos que hay que enfocarse en el gobierno y dejar de hablarnos a nosotros mismos”, argumentan en el kirchnerismo, una vez superado el conflicto con Kicillof por la fecha de las elecciones. Con esa definición, anticipan que harán una oposición dura que espera beneficiarse de una eventual suba de la inflación tras el final del cepo cambiario.
A tal punto, que en los análisis reservados que consumen Cristina Kirchner, Massa y Kicillof -cada uno por su lado, aunque algunos estudios llegan a las tres terminales- se proyectan “tres meses de subas de precios al 5% por la devaluación» del peso frente al dólar. Y si bien los primeros días en la instrumentación de las bandas de flotación resultaron un alivio para el gobierno, en el peronismo piensan que “la verdad saldrá a la luz en dos semanas”.
“Cuando viene el Fondo (Monetario Internacional) podes tener un placebo momentáneo, pero siempre termina mal”, sostienen en las usinas políticas y económicas del kirchnerismo. En ese entendimiento, se preparan para resistir un intento del oficialismo para avanzar con una reforma jubilatoria y privatizaciones que aún no consiguió efectivizar. Y que, según aseguran, forman parte de los compromisos que asumió Milei a cambio del nuevo empréstito.
Con ese diagnóstico sobre el rumbo económico de la administración libertaria -hay que recordar que también se opuso al acuerdo del expresidente Alberto Fernández con el FMI-, el kirchnerismo volvió sobre la idea de la “unidad del peronismo” como condición necesaria para enfrentar a Milei. Como un reflejo en el plano electoral, los dirigentes cercanos a Cristina Kirchner también sacan conclusiones de lo que sucedió el fin de semana pasado en Santa Fe.
“Ningún gobernador tiene la vaca atada. (Maximiliano) Pullaro sacó muchos votos cuando ganó la provincia, pero ahora no llegó al 35%”, dice con picardía un referente, con una entrelínea política dirigida a Kicillof. También hace notar que el PJ fue dividido en Santa Fe y que hubiera quedado como la primera opción opositora “con claridad” si no se dispersaba. Todavía no digieren el rechazo del senador Marcelo Lewandoski ante una propuesta de la propia Cristina.
En el fondo, lo que piensa Cristina Kirchner es que el proyecto nacional debe primar sobre el provincial. No quiere que el peronismo se convierta en una confederación de partidos distritales, como le sucedió a la UCR. Por eso intentó, sin éxito, que la elección bonaerense no se desdoblara y solo cedió cuando se percató de que sus proyectos no permeaban en la Legislatura. “Ella demostró que está por encima de la interna”, afirman en su entorno al justificar el volantazo.
Adicionalmente, aseguran que al ceder frente a Kicillof no dejó mal parado a Máximo Kirchner, tal vez el principal oponente interno del gobernador y su proyecto para ser candidato presidencial en 2027. “No hay que buscar diferencias entre Cristina y Maxi. En todos los espacios hay discusiones y eso es sano”, recitan. Y hacen notar que el jefe de La Cámpora ofreció correrse para que intendentes como Jorge Ferraresi y Mario Secco hablaran directamente con Cristina.
Con todo, los planes políticos y electorales que hace Cristina Kirchner corren por cuerda paralela a su complicada situación judicial. El kirchnerismo tiene un ojo puesto en los tiempos que maneja siempre a discreción la Corte Suprema para definir si ratifica la condena contra la expresidenta en la causa Vialidad, pero actúa como si eso no fuera a suceder, incluso a sabiendas de que hay jugadores pendientes del espacio que pueda dejar vacante su eventual ausencia electoral.
Conforme a los criterios de